El Consejo Europeo acuerda poner en marcha un fondo de reconstrucción pero no hay consenso en la cantidad.
La cuarta cumbre europea terminó tal y como estaba previsto, con los socios fijando sus líneas rojas para un plan de reconstrucción y encomendando a la Comisión a elaborar el plan de choque. Los líderes, reunidos por videoconferencia en el Consejo, delegaron en Bruselas la elaboración de un plan de reconstitución a medio y largo plazo para relanzar la economía de la Unión una vez que pase la peor fase de la crisis del coronavirus. El organismo que preside Ursula von der Leyen, y que había propuesto un plan que asciende a los 1,5 billones de euros, tendrá que intentar plasmar en un documento las sensibilidades y líneas rojas de cada capital. Los socios también han dado luz verde al primer paquete de medidas, aprobado hace dos semanas por el Eurogrupo (los ministros de finanzas y economía de la zona euro) y pensado para dar oxígeno de forma inmediata a los países más afectados. Pero si el consenso para este primer estímulo –de unos 540.000 millones de euros– costó sudor y lágrimas, no va a ser menos difícil acordar este gran fondo de reconstitución, cuya aprobación podría prolongarse a finales de junio.
El grupo de los Veintisiete parece tener claro que va a hacer falta mucho dinero para relanzar la economía. Este jueves, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, advirtió que el PIB de la zona euro puede llegar a derrumbarse este año en un 15% en el peor de los escenarios y en un 9% en una tesitura intermedia. El FMI, por su parte, señala una caída cercana al 8%. Lo que los líderes europeos no tienen tan claro, sin embargo, es la forma en la que hay que actuar.
Por un lado, hay divergencias a la hora de definir las cantidades de las que dispondría el fondo. El sur defiende una movilización sin precedentes, de entre 1 y 1,5 billones al menos, mientras que el norte opta por cifras más comedidas. Por otro lado, mientras que los países que tradicionalmente defendían la emisión conjunta de deuda (España, Francia e Italia, principalmente) quieren un vehículo en forma de subvenciones y transferencias directas no reembolsables, el norte (Suecia, Finlandia y Países Bajos) se decanta por los préstamos, una posición que rechaza el sur, temeroso de ver disparados sus índices de deuda. Tras la cumbre, la ministra de Asuntos Exteriores y Unión Europea de España, Arancha González Laya, recordó que la prioridad del Gobierno es “evitar el sobreendeudamiento de los países”, que supondría “una salida asimétrica de la crisis”.
Ursula von der Leyen explicó tras el encuentro que la propuesta de la Comisión será, previsiblemente, una mezcla entre un sistema de préstamos y transferencias, aunque queda por ver en qué proporciones. “Habrá un equilibrio entre subvenciones y préstamos, encontraremos una buena combinación”. La próxima reunión ha quedado fijada para el 6 de mayo.
Para poner en marcha el plan, la Comisión Europea quiere que las capitales acepten aumentar el techo de gasto de los presupuestos de la Unión Europea con vistas al marco 2021-2027. El Marco Financiero Plurianual (MFP) fija el límite en el 1,2% de la renta nacional bruta (el presupuesto actual lo marca en el 0,97%), y la intención de Bruselas es aumentarlo hasta el 1,9% durante la fase más crítica, para bajarlo al 1,3% a partir de 2022. Antes de la cumbre, la canciller alemana, Angela Merkel, dijo estar dispuesta a “aumentar significativamente” su contribución al presupuesto, y tras la videoconferencia reconoció que la movilización económica deberá ser “enorme”. Bruselas también abogaba por que el Ejecutivo comunitario salga a los mercados a captar 320.000 millones en capital, que permitiría alcanzar, junto a otras herramientas y fórmulas, una potencia de fuego suficiente.
Lo que parece haber cambiado en esta cuarta cumbre, al menos de puertas hacia fuera, es la brecha entre norte y sur que se ha percibido durante toda la crisis y que llevó a tensar la cuerda a finales del mes pasado, con Italia y Países Bajos en puntos totalmente antagónicos. González Laya recalcó que en Europa hay conciencia de que una “salida asimétrica supondría no garantizar el correcto funcionamiento del mercado interior”. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se mostró optimista tras la cumbre, de la que salió un “gran sentido de urgencia” y “una gran voluntad política para trabajar juntos y llegar a compromisos”.
España no accederá al MEDE
El primer paquete de respuesta acordado hace dos semanas por el Eurogrupo (los ministros de economía y finanzas de la zona euro) movilizará unos 540.000 millones de euros en lo que Bruselas ha definido como triple red de seguridad para estados, empresas y trabajadores. Una de estas patas, con la movilización de unos 200.000 millones, viene del MEDE, el fondo de rescate europeo. Las otras dos, del Banco Europeo de Inversiones y Sure, un instrumento lanzado por la Comisión para costear los ERTE.
Esta semana, en el Congreso de los Diputados, el líder de la oposición, Pablo Casado, reprochó al presidente del Gobierno el hecho de no conocer si España se plantea acudir al MEDE, tras unas declaraciones del primer ministro italiano, Giuseppe Conte, en las que aseguraba que España estaba interesada en esta posibilidad. Sánchez, en su momento, no respondió a esta disyuntiva. La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, recalcó tras la cumbre que España no tiene la intención de acudir al oxígeno del fondo de rescate europeo. Tampoco se conocen, no obstante, las cantidades provenientes de Europa de las que el Gobierno sopesa aprovecharse.
(Noticia extraída de Cinco Días)