El acusado, tras no conseguir una relación sentimental con la víctima, empezó a hostigarla y menospreciarla
La Audiencia Provincial (AP) de Tarragona ha confirmado la condena impuesta contra un hombre por acosar laboralmente a una de sus empleadas. La sentencia impone al acusado una pena de ocho meses de prisión; la prohibición de comunicarse con la víctima o acercarse a su domicilio, lugar de trabajo o cualquier otro lugar en que se encuentre en una distancia inferior a 50 metros durante un año y ocho meses; y una indemnización por daños morales de 2.500 euros.
Según el relato de hechos probados, el hombre, tras ayudar a que su empresa contratara a la víctima, se dirigió en numerosas ocasiones a ella a través de mensajes de WhatsApp, SMS y emails, “con la intención de intimar y acercarse a ella”. La mujer, subordinada del acusado, rechazó en reiteradas ocasiones quedar con él o mantener cualquier tipo de relación sentimental, y le pidió que dejara de comunicarse con ella por cuestiones ajenas al trabajo.
A partir de ahí, la actitud de su superior se endureció y, según la sentencia, “comenzó a ejercer un control sobre la perjudicada, haciendo observaciones sobre su aspecto físico, llegando a decirle en público que le quedaban muy bien unos pantalones porque le hacían un culo muy bonito, acercándose a ella en una ocasión, pidiéndole un beso delante de los trabajadores”. Así, el acusado comenzó a “degradarla y menospreciarla”, cuestionando su trabajo, modificando su horario constantemente y controlando incesantemente su forma de trabajar. Además, le recordaba continuamente que él era el jefe, que tenía que acatar sus órdenes y que la podía despedir.
Esto afectó notablemente a la mujer, que empezó a sentirse hostigada y acosada, y sufriendo un “estado de desasosiego y temor”. Una sensación que se incrementó cuando su jefe, tras ser despedido, responsabilizó a la víctima e, incluso, llegó a mandarle un email diciéndole “corre si algún día me encuentras”.
(Noticia extraída de Cinco Días)